La misión cuando nos marchamos

Cada día estoy viendo que la gente necesita un pequeño suspiro en su vida. Muchas personas lo están pasando francamente mal, saben que incluso no les queda mucho en su vida y saben que, por la circunstancia que sea, no vivirán mucho tiempo. Lo único que puedo decir que, dios te ama y que pronto tu creador te dará la mano para que sepas que él te ama e incluso darte cobijo en su morada. No temer a la muerte, pues es un proceso que poco a poco iremos todos viéndolo, solo es cuestión de tiempo. Hace unos años conocí a un gran amigo de mís padres que cuando nos cruzábamos en el bar para tomar un café y luego a funcionar en el mundo laboral, recuerdo que me decía: «¡Miguel!, no me quiero morir». Era tan desgarrador cuando me lo decía que me partía el corazón. El amigo lloraba y le saltaban las lágrimas desoladas, eso, para mí, es una pena. La verdad que es una pena que estas cosas pasen y más cuando existen personas que no aprecian la vida o que se suicidan o que son más malos que Pilatos.
Para mí es duro comentar, es duro decir tal cual lo viví y sí, sé que existen más personas que día a día están luchando para tener un día más de vida, un día que dios te da o te premia —disfrutemos el día como si fuera el último—. Dios nos ama, pero ya sabéis que estamos aquí para un fin, aprovechemos la vida y la misión que tenemos para hacer realidad todo lo posible y lo que nos dice el corazón desde el primer día que nacemos. Es duro ver amigos que les pasa esos eventos y que, incluso como reitero, te miran a los ojos y te dicen claramente que no se quieren morir —Incluso llorando—. Por ejemplo, esta persona ya tenía una edad, no era nada joven, pero él quería vivir más, pero el cáncer se lo termino llevando. Otro tema y muy duro, mi padre, él también con 67 años se lo llevo un cáncer y él siempre decía que vencería al bicho. Sabía claramente que mi padre era un referente y que, incluso, era un toro —un tipo duro—, pero ese bicho minúsculo pudo con él y se lo llevo. En fin, claramente él tenía también muchas ganas de vivir, pero no pude hacer nada por él, ni rezando a dios. Dios mismo me llego a decir que era su momento y no se podía hacer nada, así que, solté y dejé que se marchara. Una pena, pues no disfrute lo que me hubiera gustado como sus nietos.
«Cuando las cosas son como son y no podemos hacer nada por cambiarlo. Solo nos toca, seguir y vivir»
Ahora llevo unos años con una espina clavada en mi corazón que nunca me podré quitar. Es una espina de amor hacia mi padre que sé que, algún día, nos volveremos a encontrar —pero aún no es el momento—. Son tantas cosas y personas que encontraré al otro lado que pienso que será intenso y hermoso. Igual como dije en muchos artículos, todo lo que creemos no será, pues podría ser una ilusión, pero no nos queda otra que vivir y experimentar. Si luego es todo falso, al menos siempre viviere o viviéremos con la esperanza de volver a encontrarnos con nuestros seres queridos. En fin, pienso tantas veces en mi padre que pienso que alguna vez de pasada he llegado a escuchar su voz, pienso que incluso me llamará al móvil, pienso tantas cosas que quién sabe, igual un día me llama al teléfono y escucho su voz —no será la primera vez que se documenta un caso sobre ello—.
Recuerdo que, cuando estaba en la cama en sus últimos momentos y con dos pelotas, le llegue a decir todo lo que pensaba, todo lo que le amaba, todo. Y sabéis que, el lloro y afirmo con la cabeza lo que le decía al oído —fue tan bello— que no tengo palabras para plasmarlas aquí. Es y será mi héroe. Por ello, pienso que las cosas se tienen que hacer en vida y no cuando ya no estén entre nosotros. Pensé que era el momento y en el hospital, en su cama, le hablé al oído y le comenté muchas coas, bellas y lo que le amaba, incluso, que tenía el corazón partido por su partida. En fin, muchas cosas tan hermosas que mejor no las diré, pero contar que, es y siempre será el mejor momento para tranquilizarlos —porque ellos saben que se marchan— y darles amor, eso fue lo que hice y lo vi llorar mientras le hablaba susurrando al oído. Fue hermoso, precioso. Amén.
«La despedida es fundamental tanto para nosotros como para ellos que se marchan. Ellos están más conscientes de lo que imaginamos en que estén sedados»
Aun así, me quede con la espina clavada y espero que un día nos volvamos a encontrar y disfrutar de esos momentos que vivimos. No fue una vida fácil, pues mi padre fue muy severo, pero hoy en día puedo decir que, gracias a él, soy lo que soy y no terminé en malos caminos. Pero si, sabemos que es ley de vida y no podemos hacer nada para cambiarlo. Así que, señores, disfruten del momento y no dejen para mañana las despedidas que podáis hacer hoy. Ya conté en otros artículos la experiencia que tuve cuando mi padre partió, una experiencia que la verdad que no la olvidaré en la vida, pero aquí no la contaré, pues hoy toca hablar de las despedidas y más allá de lo que narré anteriormente. Solo sé y vuelvo a decir, no dejéis lo que podáis hacer ahora u hoy. Las despedidas tienen que ser en vida y no cuando ya no están, ¿no creéis?
Saludos a todos.
Miguel Ángel