El Hotel Maldito y Viaje a Roma

La familia, qué valorada está, ¿estarías dispuesto a darlo todo por ella? ¿Hasta qué punto? En esta historia, muchos no lo ven igual. En un verano del año 1990, una familia de 4 integrantes —padre, madre y dos hijos— fue a visitar un lugar cargado de historia y arte. Los residentes de España fueron de visita a Roma, donde el asunto de ver historia y arte les fascinaba. Faltaban pocos días para ir a Roma y sobre todo a Ciudad del Vaticano. Ese lugar cargado de fe, Dios, arte y exorcismos. La cuna del exorcista. Ya tenían todos los preparativos para ir y disfrutar de dos semanas en el sitio. Tanto a él como a ella les gustaba la idea de ir a otros puntos de Italia. A los hijos, de 11 y 12 años, no les importaba. A ellos solo les gustaba jugar y tocarlo todo como cualquier pequeñajo curioso.
¡Llego el día! Se prepararon para ir hacia Italia en cuestión, a Roma y disfrutar de todo su contenido. Ya sabéis que Roma tiene la Ciudad del Vaticano que, guarda mucha historia, arte e incluso, cosas de Dios. Visitar todos esos lugares es abrumador. Es ciertamente un país tranquilo y seguro, no había nada que temer, pero, es verdad que el riesgo 0 no existe. Pues bien, llegaron al aeropuerto y empezaron a moverse por su interior para poder embarcar y marcharse dos semanas en familia. Los críos disfrutaban en todas partes donde estaban en ese momento, siempre usando cualquier cosa como juguete o imitar, una moto. Reían y saltaban, unos niños inquietos y juguetones. Cierto que los padres siempre los tenían controlados por ser niños muy dispersos. Llegó el momento de embarcar y entraron dentro del avión donde se sentaron juntos. Los niños en el lado derecho y los padres en el lado izquierdo.
«Destino: Roma. Lugar histórico y arte donde lo pasarán en grande. Lugares entrañables donde visitar y disfrutar”
Ya en el aire, los pequeños querían algo que llevarse a la boca y las azafatas, simpáticas, les dieron unas pipas y unos cómics para su entretenimiento. Por lo demás, todo bien hasta llegar a Roma. Cuando salieron del avión estando ya en Roma, quedaron todos encantados con lo impresionante que es el lugar. Se decía que, según qué fechas y lugares, pasaban cosas mágicas. También pasaba si se iba a Venecia a los carnavales. Tenían claro que otro año sería, lo visitarían y vivirían los carnavales. Los niños, como siempre tomando helado y pizza, un menú total para todos esos días en que, a la madre, no le hacía gracia. En el hotel fue genial, encantado, muchos eventos en el sitio disfrutando de cada rato.
El hotel tenía de todo tipo de cosas, pero también escondía misterios y desapariciones. Nadie hablaba de ello y más en la habitación 13, esa misma habitación, no la ocupaba nunca nadie. La tenían siempre cerrada, porque siempre que la ocupaban, pasaban cosas. Lo paranormal estaba a la orden del día en ese hotel, pero la familia no lo tenía en cuenta porque no creía en ello. Se hospedaron en la habitación 16 —justo tres habitaciones más al lado—, en el mismo pasillo. Cierto que, sin darse cuenta los padres, los niños, siempre que pasaban por enfrente de la habitación 13, ellos picaban a la puerta entre risas. Los pequeños no paraban de hacer travesuras.
“Roma, pizza, helados y un hotel embrujado. Dos semanas de entrenamiento asegurado”
Llevando varios días en el lugar, decidieron ver el Vaticano que, fue, espectacular. Todo eso que posee el lugar no tiene precio. La guardia del Papa con esos ropajes de colores y esas figuras de piedra. Las pinturas y esos suelos brillantes donde los críos, patinaban a cosa hecha jugando. Estando en el Vaticano, vieron gente del hotel y más, de la habitación 14, muy cerca de la suya, y de la habitación 13, justo, al lado. Los saludaron y estuvieron un rato hablando. Ellos decían que en la habitación 13 había algo especial y que, cada noche, se escuchaban cosas al otro lado de la pared. ¿Qué había dentro de esa habitación que nunca estaba ocupada? Al parecer, esa habitación está maldita. Siempre que alguien se hospeda, algo ocurre violentamente.
Se despidieron y siguieron como si nada. No hicieron mucho caso a lo que comentó su vecino del hotel. Ya después de una jornada larga de visitas, volvieron al hotel para descansar y los niños también. Al llegar, vieron el pasillo de las habitaciones; estaba raro, pero como si nada, fueron avanzando hasta llegar a su puerta. Extrañamente, vieron al pasar que la habitación 13 estaba abierta y todas las luces apagadas. Lo vieron todo muy extraño, pero no se pararon a mirar. Uno de los niños se paró y en la puerta se puso a mirar. La madre, al verlo, lo cogió y se lo llevó. En eso que, abriendo la puerta, escucharon un ruido atroz; la puerta de la habitación 13 se cerró de golpe.
“La habitación 13 esperando captar algún curioso y los niños estaban en peligro”
Una vez estaban en la habitación, mientras descasaban y se duchaban, los niños merendaban viendo la televisión. Cierto que, sin darse cuenta los padres, esos niños abrieron la puerta y fueron a mirar la habitación 13. Los padres, sin darse cuenta, esos niños picaron a la puerta, e hicieron de todo tipo de gamberradas. En eso que, la puerta se abrió sola y los niños quedaron mirando, no sabían qué hacer. Una voz desde el interior se escuchaba y decía que entraran. Los niños no se atrevían a dar el paso, pero siempre en la vida existe un curioso más que el otro y sí, uno de ellos entró cerrándose de golpe la puerta. El otro asustado aporreó sin parar para que abriesen, pero no hubo suerte. Fue rápido a buscar a sus padres y al llegar, los padres alucinaron por no darse cuenta de que los peques salieran de la habitación sin avisar.
El crío les dijo que fueron a picar a la habitación 13 y la habitación lo cogió. Los padres salieron corriendo y al llegar a la puerta, no había forma de entrar. Llamaron a la recepción del hotel y los de seguridad fueron, pero no podían abrirla. Uno de seguridad tiró la puerta abajo y no había nadie en la habitación. Buscaron por todos los rincones y nada, no aparecía. Lamentablemente, el crío desapareció sin dejar trasto alguno. Pasaron los días y el niño no aparecía. Los padres se quedaron más tiempo agobiados por la situación y nada. Fueron al lugar expertos, parapsicológicos e incluso, exorcistas y sin resultados. Algo pasó en esa habitación en que pasaron varias semanas y sin novedad del niño.
Los padres se marcharon sin uno de sus hijos y la habitación 13 siguió cerrada. Algunas veces decían las habitaciones de al lado que escuchaban a un niño, pero nunca se encontró. Ese niño, a saber dónde acabaría, pero los padres, cada vez que podían, visitaban al lugar, para dar con él un día. En la actualidad, siguen esperando que el niño salga de la ubicación.
Sin más, me despido.
Saludos.
Miguel Ángel.
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